domingo, 1 de julio de 2012

"La verdadera amistad es como la fosforescencia, resplandece mejor cuando todo se ha oscurecido”


Capítulo 6:
"La verdadera amistad es como la fosforescencia, resplandece mejor cuando todo se ha oscurecido”

El reloj digital en el velador de Niall marcaba las dos de la mañana. Casey no había dormido nada.
La madre de Niall le había entregado una camiseta vieja de su hijo para que ella la ocupara de pijama. La prenda desprendía el olor de Niall y eso perturbaba la mente de Casey, no podía cerrar los ojos sin pensar que ahí dormía el rubio todos los días y que antes Liam recorría cada habitación de esa casa. Eran demasiadas emociones juntas.
Se levantó de la cama y comenzó a dar vueltas de un lado para otro. En esos momentos su madre estaría con un extraño en su casa, infectando todo el lugar. Sentía nauseas cada vez que pensaba en eso, todas las semanas alguien distinto, no podía entender por qué su madre no se estabilizaba como su padre. Al menos sabía que él la seguía amando.
El tema del divorcio no fue cosa fácil, sucedió un mes después del suicidio de Liam. Para Casey fueron los golpes más fuertes que una persona pudiera recibir. Su madre había engañado a su padre, pero él la defendió diciendo que sólo estaba estresada. Su padre era demasiado bueno para estar con una mujer así, por lo que en cierta parte Casey se alegraba que su padre no fuera testigo de lo que se había convertido su madre.
Dieron las dos y media y seguía sin sueño. Tentó a la suerte y salió de la habitación, quería recorrer los pasillos de la casa para dejar de temerle. 
Casey pensó que estaría silencioso, pero se escuchaba el sonido de un televisor encendido. Regresó al cuarto y se puso los pantalones, no correría el riesgo de encontrarse con alguien y que la viera sólo con una camiseta puesta.
Volvió al pasillo y bajó las escaleras hasta llegar a la sala de estar, allí la televisión estaba encendida en un canal de películas. Niall estaba acostado en el sofá cubierto con una manta gris, tenía los ojos abiertos y parecía que tampoco podía dormir.
— ¿Insomnio? —Niall se sobresaltó y cayó del sofá. Quedó con una pierna en el aire y la mitad de su cuerpo colgando. Se puso de pie e intentó cubrir su pijama con la manta.
—No, es que pasaban una de mis películas favoritas esta noche —se apresuró en decir. En la pantalla de la televisión se veía la famosa escena de Rose y Jack en el Titanic.
— ¿En serio? Empiezo a creer que eres muy romántico, Niall.
Niall se sentó en el sillón y le hizo un espacio a Casey. Ella se acercó y se tiró en el sofá. Él la cubrió con un lado de la manta y ambos se recostaron en el respaldo para ver la película.
—No me gusta Titanic, Rose pudo esforzarse un poco más para que Jack sobreviviera —comentó Casey. Niall la miró de soslayo, no se había percatado de que tenía el cabello corto.
—Te cortaste el pelo…te queda bien —le dijo, cuando ella terminó de nombrar las cosas que odiaba de las películas románticas.
Casey no se volteó a mirarlo ni a responderle, sólo se encogió de hombros y se tapó más con la manta a pesar de que debían haber unos cuantos grados de temperatura esa noche de verano.
Niall recordó, al ver eso, los cortes que Casey tenía en los brazos. Se acercó más a ella, y por debajo de la manta tomó su mano.
—No te aproveches de la situación, Niall —le dijo ella, apartando la mano. Antes de que la alejara, Niall le agarró el brazo izquierdo. Casey se quejó, los cortes aún le ardían.
— ¿Por qué lo haces, Casey? ¿Por qué te cortas? —susurró Niall.
—Me haces daño, suéltame.
— ¡Tú te haces daño, nadie más que tú! —exclamó él, quería hacer entrar en razón a Casey.
—Cállate, deja de ser un entrometido.
— ¿Entrometido? No soy yo el que está pasando la noche en una casa ajena —Niall se estaba exasperando, era la primera vez que le sucedía con Casey y no era agradable tener ese impulso de agarrarla por los hombros y sacudirla hasta que dejara de decir tonterías.
—Esta no es tu casa —susurró Casey. Entonces, Niall vio algo que le sorprendió: Casey lloraba.
De inmediato todo el enojo se esfumó y sintió pena por ella. Por supuesto que ante los ojos de Casey esa no era su casa, sino la de su amigo y debía ser doloroso discutir en medio de la noche con todos los recuerdos flotando en el aire.
—Lo siento, no era mi intención…—él la rodeó con los brazos y la estrechó contra su pecho.
—Me corto porque he sufrido tanto que necesitaba saber si aún sentía algo, y créeme, esto duele —le respondió ella, alejándose de él y apuntando sus muñecas, mientras soltaba una risa débil. Niall la volvió a acercar a él y esta vez ella se dejó hacer, de pronto el sueño que no había tenido le cubrió los ojos. Sólo quería dormir en los brazos de Niall y espantar las cosas malas que le pasaban por la cabeza. 
“Alguien gritaba en su oído, era un sonido tan horrible que le atravesaba el corazón. 
Miró a todos lados, pero no vio a nadie a su lado. El grito llegaba desde lejos y debía estar desgarrándole la garganta a la persona que gritaba.
Todo estaba oscuro a excepción de un camino de luz blanca. Casey lo recorrió y cuando llegó al final vio un jardín con flores secas, malezas esparcidas por el césped y un árbol retorcido y arrugado. Los gritos se habían intensificado y era casi imposible soportarlos. El árbol era iluminado por la misma luz del camino y cuando Casey alzó la vista… el cuerpo de Liam colgaba de una soga atada a la rama más alta del árbol. Tenía los ojos cerrados y el cuello morado, donde estaba atado el resto de la soga. Se balanceaba como un juguete inservible y roto. Casey quiso gritar, pero no podía, la voz no le salía. Se dio cuenta de que no era necesario, los gritos ya estaban en el aire y ahora comprendía porque cada vez eran más insoportables.
—No me mires. Por favor, Cass, sólo no me mires…—reconoció la voz de Liam. Se dio media vuelta y lo vio a su lado, pálido y distante, como su cadáver dentro del ataúd en su velorio.
—Liam… —susurró ella”.
Despertó de un salto y se cayó del sofá llevándose a Niall junto a ella. Él estaba sobre Casey, medio dormido y balbuceando insultos.
— ¿Quién se atreve a despertarme? 
—Niall, no me dejas respirar —le dijo ella, aplastada por él. Niall se levantó y vio a su alrededor, aún era de noche y tenía sueño.
— ¿Por qué estábamos en el suelo? —inquirió él. Casey se puso de pie y le dedicó una mirada sarcástica.
—Porque tuvimos una noche salvaje y el sofá nos quedó pequeño —Niall abrió la boca, sorprendido. Eso no podía ser verdad, él no se atrevería a ponerle un dedo encima a Casey—. ¡Es broma! —exclamó ella al notar que Niall se lo estaba creyendo—. Eres tan ingenuo.
Niall no salía del asombro todavía, así que se sentó y se frotó la mandíbula con las manos. A veces el sentido del humor de Casey era algo cruel y difícil de captar, uno nunca sabía si estaba bromeando o decía la verdad, su voz siempre sonaba aburrida e irritada y el tono amenazante nunca se iba.
Ella se sentó también, pero tomando distancia de Niall. Algo no andaba bien, no tenía esas pesadillas desde hace dos años y para peor, se sentía protegida al lado de Niall.
—Casey, ¿te puedo hacer una pregunta? —dijo de pronto el rubio.
—Ya la estás haciendo —le respondió ella. Niall puso los ojos en blanco, pero se calmó. Supuso que eso era un sí.
— ¿Cuál era el favor que ibas a pedirme el otro día? —Casey lo miró, como analizando si contarle o no.
—Quería pedirte prestado un suéter para esconder los cortes de mi madre. Pero no fue necesario, ese día ni siquiera la vi, a pesar de que estaba en casa —Casey sonrió falsamente, como si su comentario le hiciera gracia. Niall tomaba notas mentales, la relación con su madre no era buena y por alguna razón Casey dejó que todo el mundo viera sus cortes, aunque intentó ocultarlos de su mamá.
—Pero, ¿por qué te cortas? No lo puedo entender —insistió Niall.
—Ya te lo dije…
—No mientas —le interrumpió él. Casey lo observó detenidamente, Niall había adquirido un tono autoritario de un momento a otro, eso a Casey le gustó. No quería conversar con alguien demasiado sensible y debilucho, necesitaba hablar con una persona que no se compadeciera de ella y que pensara en frío a la hora de dar consejos, aunque tenía claro que esta nueva faceta de Niall duraría sólo unos minutos, ya que había comprobado que él no era esa clase de chicos.
—De acuerdo, no te mentiré… —susurró Casey—. Sin embargo, el problema está es que no sé por qué tengo que contarte todo —replicó.
—No seas bipolar, Casey. Sólo dime que te cortas porque tu amigo lo hacía y ya —le espetó Niall. Ella quedó helada, ¿cómo sabía sobre eso…?
— ¡Lo sabía, no eres más que un… idiota como todos los demás! —le gritó Casey. Niall reaccionó y se dio cuenta del error que cometió, a pesar de que era demasiado tarde para tragarse las palabras. 
Casey se paró y corrió escaleras arribas, entró a la habitación de Niall y guardó sus cosas en su mochila. Se quitó la camiseta del que creyó podría ser su amigo y se puso la suya. Después, bajó con la misma velocidad y abrió la puerta para irse ante la mirada asustada del rubio.
— ¿Qué haces? No puedes irte, no tienes donde ir —le dijo Niall, tratando de retenerla y evitar que cometiera una locura.
—Prefiero dormir en la calle —y dando un portazo que azotó el umbral de la puerta, se marchó.
No podía creerlo, pensó que Niall era diferente. Pero estaba equivocada, era igual a los otros entrometidos de la escuela. Cuando Liam murió, todos se le acercaron con buenas acciones y dispuestos a consolarla, mas era una sucia trampa para saber de primera fuente los motivos por los cuales Liam se suicidó. Pero como Casey no los sabía, la abandonaron de inmediato.
Seguro se habían puesto de acuerdo para ver si tenían suerte esta vez, se organizaron e hicieron que alguien agradable se le acercara para sacar información. No había otra explicación.
“O tal vez se preocupa demasiado por ti” escuchó que le decía esa parte irracional de su cabeza.
La calló pensando en las opciones que ahora le quedaban, caminando sola en la calle a mitad de la noche.
Buscó su celular para ver la hora, pero no lo encontró. Debió dejarlo en la habitación de Niall, maldijo para sus adentros. Las cosas no iban bien. Nunca iban bien para ella.
Se devolvió hasta su casa y recordó que no llevaba las llaves. Tampoco era una buena idea interrumpir a su madre en lo que estuviera haciendo con su invitado.
Decidió entrar por la ventana de la cocina, se adentró al patio trasero y buscó la que debería ser la ventana entreabierta que su madre siempre dejaba así en caso de emergencias. Casey admitió que al menos su madre había hecho algo bien.
Cuando la encontró, la abrió por completo y trepó hasta entrar. No había olor a velas aromáticas ni a nada raro, pero sí se oía la estridente música de lo que parecía ser unos de los CD de Casey. Lo reconoció enseguida, era una canción de Bring me the horizont.
Perpleja, subió las escaleras para saber de qué se trataba todo aquello. Su madre tenía prohibido tocar sus cosas y el que sacara uno de sus CD la enfureció. 
Entró sin avisar en el cuarto de su madre, pero no había nadie allí. La música provenía de su habitación y Casey temió lo peor.
Las piernas le temblaron cuando giró el pomo de la puerta, la música era más fuerte allí. De repente, recordó la pesadilla que tuvo: Liam le decía que no mirara y se escuchaban gritos por todas partes. 
Abrió la puerta y se encontró con la más horrible escena que una hija pudiera imaginar. La música eran los gritos, la imagen de Liam colgando del árbol era su madre acostándose con un desconocido en su cuarto. Sintió nauseas, verdaderas nauseas.
Escapó antes de que notaran su presencia, regañándose y diciéndose a sí misma que estaba mejor en la casa de Niall. Pero tampoco podía volver allí, él era un idiota y no valía la pena relacionarse con una persona así.
Salió de la casa y corrió hasta perder la conciencia y dejar que sus pies le guiaran. Quería morir, no podía soportarlo por más tiempo.
Se detuvo cuando el aire le comenzó a faltar y un dolor punzante le atravesó el abdomen, miró a su alrededor, estaba en el parque en el que solía jugar y conversar con Liam.
La ciudad estaba llena de recuerdos al igual que esa casa, había pasado toda su vida de aquí para allá junto a Liam. Todos le querían, él era adorable, amable, inocente y a la vez responsable, era el hijo perfecto que todo padre añoraba. Por eso, muchos amigos de la familia Payne no supieron cómo consolar a la devastada familia después de su perdida.
Casey tampoco supo, ella no había vuelto a colocar un pie en esa casa hasta esa noche, y las cosas resultaron fatídicas.
“Soy un desastre”. Pensó con amargura.
—En realidad, no tanto…
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Esté genial, lo único malo es que sean tan largos los capítulos pero bueno :D Los amo <3

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