domingo, 1 de julio de 2012

“Los recuerdos no pueblan nuestra soledad, como suele decirse; antes al contrario, la hacen más profunda”


Capitulo 5:
“Los recuerdos no pueblan nuestra soledad, como suele decirse; antes al contrario, la hacen más profunda”.
Gustave Flaubert

Liam era un chico de mirada esquiva, no simpatizaba con cualquiera y estaba convencido de que sólo bastaba con Casey para sobrevivir en la nueva escuela. Hasta que conoció a una chica. 
Liam tenía claro que entre él y Casey no habían sentimientos amorosos de por medio, así que le pidió consejos para conquistar a la chica. Casey, como buena amiga, hizo todo lo que tuvo al alcance, incluso fingió ser una persona delicada para que Liam quedara como alguien rudo frente a esa muchacha. Pero después de un tiempo, Liam se comenzó a tomar el papel demasiado en serio, las humillaciones hacia Casey se hicieron más públicas y todos lo tacharon de “chico malo”. Finalmente, eso llamó la atención de la chica y se hicieron novios al poco tiempo, bajo el rompimiento de la amistad con Casey. 
Ella estaba harta de los malos tratos y le amenazó con decirles a todos sobre la farsa si no volvía a ser la misma persona de antes, Liam se negó y dejaron de ser amigos.
Al mes, la novia de Liam lo engañó con un chico llamado Brad.
Liam quedó solo, los chicos en la escuela no se le acercaban, le acosaban con la mirada y creaban y murmuraban rumores a sus espaldas. Y no tenía a Casey para apoyarlo.
Semanas después de haber terminado con su novia, cortar relaciones con Casey y ser el centro de atención en la escuela, se suicidó. Nadie supo a que se le atribuyó esa terrible decisión: si era por los problemas que estaba pasando o por algo más íntimo que le atormentada desde antes.
Para Casey, fue como si la misma muerte se la llevara de a poco. Había perdido a su único y mejor amigo y ni siquiera se había dignado a dejar una nota o una carta de despedida. O al menos eso creía ella y los demás, ya que una casa podía guardar muchos secretos que con el tiempo se lograban descubrir.
—Recuerdo esa vez que robamos las galletas para Navidad. Estabas eufórico, no podías parar de reírte y por eso nos pillaron. Nunca fuiste un buen ladrón —Casey se había limpiado las lágrimas y ahora conversaba sola, frente a la lápida de Liam. 
En el cementerio, el rostro de Liam no era tan desagradable como en la escuela. Ese lugar la ponía en alerta y le traía a la cabeza los malos momentos que su amigo pasó. Por el contrario, el cementerio era reconfortante y silencioso, nadie se atrevía arruinar su paz.
—Por cierto, hay un chico…—Casey reprimió una sonrisa al recordar los ojos de Niall. Si Liam siguiera con vida, se llevaría muy bien con Niall, aunque eso no aseguraba que él no sintiera celos. Desde pequeños Liam demostró cierta dependencia hacia Casey—. Ustedes serían grandes amigos. Él es rubio, es más alto que yo y es muy simpático. Estoy segura de que le hubieses dado tu aprobación.
El viento comenzó a refrescar y a mover el corto cabello de Casey. Ella se apartó el flequillo de un manotazo y miró la inscripción en la lápida:
“Siempre estarás en nuestros corazones”
Esa era la frase que la madre de Liam había insistido en escribir. A Casey no le había gustado y el mismo día del funeral se peleó con ella. Ahí inició su transformación de chica normal a chica mala, en memoria de Liam.
Más abajo, con plumón negro, había otra frase que rezaba:
“Por siempre vivirás”
Según Casey, eso era más apropiado.
Para ella, cuando una persona quedaba en el corazón de alguien, significaba que la había perdido. Ella sentía que Liam seguía allí, pero no en su corazón, sino que vagaba libre y sin preocupaciones. Le gustaba más ese pensamiento que el de tener atrapado a su amigo.
Por eso, hace tres años, escribió contra la voluntad de la familia de Liam eso en la lápida.
—Se llama Niall, tiene un acento raro, pero me gusta, lo hace distinto —continuó hablando—. También tiene amigos: Uno tiene la cabeza llena de rizos, como tu cuando no te peinabas. Él es Harry. Otro es moreno y muy guapo, pero no pienses mal, sólo es un comentario. Ese se llama Zayn. Y por último, un chico llamado Louis, me salvó de Dylan una vez, así que por principio me debe agradar. Y aunque no lo hubiese hecho, por el simple hecho de ser amigo de Niall también me caería bien —se sentía bien poder decir todo eso. En la escuela tenía que controlarse para no abalanzarse sobre Niall y abrazarlo, tenía una imagen que cuidar. Pero a Liam podía contárselo todo, era como tener un diario de vida, con la diferencia de que estaba esa seguridad de que nadie lo iba a leer.
— ¿Qué me falta? Oh sí…—Casey sonrió con un brillo en los ojos al recordar la forma en que Niall le cantó—. Niall me invitó al baile, pero le dije que no. Tocó la guitarra y cantó una canción. Canta bien, aunque para mí sigues siendo el mejor cantante del mundo. 
De pronto, el remordimiento comenzó a picarle en la nuca, como el recuerdo insistente de que había cometido un error.
— ¿Tú crees que deba ir al baile con él? Sabes que odio ese tipo de cosas, pero una vez en la vida no me matará, incluso puede que me divierta, aunque por otro lado… ¿y si es una broma?
Escuchó claramente la voz de Liam en su cabeza que le gritaba “¡No seas paranoica, ve y diviértete, pero no bebas! La última vez que bebiste alcohol terminaste bailando arriba de una mesa en la boda de mi tío Jerry”
Casey no pudo evitar reírse, cuando Liam estaba de buen humor era la persona más feliz del mundo.
El sol se escondió detrás de los edificios que se alzaban en la ciudad y ella supo que era hora de irse. Le echó una última mirada a la lápida y recordó la sonrisa de Liam, se sintió mejor que nunca.
Cuando llegó a su casa ya estaba oscuro. No encontraba las llaves, así que no tuvo más remedio que tocar la puerta.
A los segundos, su madre le abrió envuelta en un vestido para salir, iba maquillada y destilaba perfume.
— ¿Dónde estabas, Cass? Me tenías preocupada —su madre era una mujer rubia y de intensos ojos azules. Casey era igual a ella, con la diferencia que había teñido su cabello de negro cuando sus padres se divorciaron— ¿Qué le hiciste a tu cabello? Si querías cortarlo, debiste decírmelo para llevarte a una peluquería. Estás hecha un desastre.
La relación con su madre nunca fue de las mejores, aunque ahora debía convivir con ella como única compañía. Para Casey, era como dormir con el enemigo bajo el mismo techo.
—No pasó nada, fue un chico de la escuela que se la tomó conmigo y eso, ya arreglaré este asunto —le dijo su hija con un deje de irrelevancia, no le importaba tanto su cabello como el hecho de que Dylan era un estúpido.
— ¡Un chico! ¿Es tu novio? ¿Peleaste con él? —como siempre, su madre parecía más emocionada que preocupada.
—No es nada. Ahora apártate, quiero entrar —iba a empujar a su madre para pasar, pero ella se puso en medio de la entrada cortándole el paso.
—Quiero entrar —le dijo Casey entre dientes.
—No va a poder ser. Tengo un invitado esta noche y no quiero que lo arruines. ¿Por qué no te vas a la casa de algún amigo y te quedas a dormir allí?
— ¿Y por qué no dejas de ir con cualquiera y te preocupas de tu hija?
— ¡No me hables en ese tono, soy tu madre!
—Pues no lo parece —y antes de que Casey le dijera algo más a su madre, una bofetada impactó contra su mejilla. 
No lo aguantaba más, le dedicó una última mirada de odio a la mujer que le dio la vida y se fue con la rabia a flor de piel. No tenía amigos, eso no era novedad. Pero existía un lugar –al cual no le apetecía ir, pero no le quedaba de otra- al cual sabía llegar. Además, allí vivía una persona que le agradaba, sólo esperaba no ser demasiado imprudente y aprovecharse de su amabilidad.
Caminó alrededor de 20 minutos y sentía que el corazón se le saldría por la boca. No visitaba ese lugar desde hace tres años.
Se detuvo frente a una casa blanca con el jardín bien arreglado y un auto estacionado en la vereda. No había cambiado mucho, en especial el tétrico árbol que crecía en el jardín.
Respiró para tratar de calmarse, sólo sería una noche, si es que le dejaban quedarse. Se focalizó en reunir el valor para llegar hasta la puerta, todavía había luz que se colaba por las ventanas, así que significaba que aún no se iban a dormir.
Antes de darse cuenta, se encontraba tocando el timbre. Se alcanzaba a oír la televisión en un concurso de preguntas. Hubo un pequeño ruido de voces discutiendo que se silenció cuando la puerta se abrió.
— ¿Casey? —era Niall. Ella sonrió y ocultó sus manos en los bolsillos de su chaleco. Se sintió culpable, esa mañana le había rechazado y ahora estaba en la puerta de su casa para pedir alojamiento.
— ¡¿Quién es, cariño?! —gritó una mujer desde adentro.
— ¡Una amiga! —le contestó Niall, gritándole también.
Otro sonido adentro, como un objeto chocando contra una pared y segundos después una mujer de amable sonrisa apareció detrás de Niall.
— ¿Ella es Casey? —Niall se ruborizó y le dijo a su madre que entrará, que él se ocuparía del asunto. La mujer entró sin parar de reír.
Niall cerró la puerta y el silencio volvió a inundar el umbral.
— ¿Cómo sabe tu madre mi nombre? —le preguntó Casey.
—Le he hablado sobre ti… ¿y tú qué haces aquí? —Niall cambió rápidamente de tema para no pasar vergüenza. Le sorprendió ver a Casey frente a su puerta, se imaginaba la clase de dolor y confusión que debía estar sintiendo con tan solo estar allí de pie.
Casey le dedicó una mirada nerviosa, se arrepentía de estar allí. Hubiese sido mejor llamar a su padre para que le reservara alguna habitación de un hotel o incluso acampar en el cementerio.
— ¿Y? —insistió Niall.
— ¿Puedo quedarme a dormir contigo? —le dijo ella, sin mirarlo a los ojos.
Niall se atragantó y tuvo que toser repetidas veces para que su garganta cediera y le dejara respirar con normalidad. ¿Qué le había preguntado?
— ¿Dormir? ¿Conmigo? —alcanzó a decir.
—No contigo, sino que a dormir aquí, si es que no soy un estorbo y tus padres no se molestan…—Casey pudo adivinar lo que había pensando Niall en cuanto levantó la mirada y vio la turbación en sus ojos.
—Bueno, tendría que preguntarles. Pero ¿por qué no te quedas en tu casa?
Casey gruñó al recordar a su madre y apartó la mirada de la de Niall, que le quemaba con tan sólo cruzarse. 
—Tenía un… invitado, y no podía quedarme allí. Prácticamente, me echó —le contestó Casey, intentando no gritar ante la injusticia que cometió su propia madre.
—Ok, entra. Persuadiremos a mis padres para que digan que sí, sonríeles y los tendrás en tus manos —Niall se hizo a un lado y abrió la puerta otra vez. Casey se mareó cuando puso un pie dentro, las imágenes de su infancia y de Liam se le pasaban con velocidad frente a sus ojos como si retrocediera en el tiempo. Niall se percató de eso y supo en seguida lo que le sucedía, la agarró de un brazo y la sostuvo para que pudiera caminar sin desmayarse.
Casey no necesitaba que Niall le guiara, conocía esa casa más que así misma. A la derecha estaba la sala de estar y a la izquierda el comedor. Desde allí, por una puerta se entraba a la cocina, frente a la puerta principal había una suntuosa escalera y arriba cuatro habitaciones más un desván.
Pero aun así, las cosas habían cambiado. La casa se veía alegre y llena de vida, se escuchaban las risas de los padres de Niall desde la sala de estar y algunos gritos desde la cocina.
—Mis padres ven televisión, pero no te acerques más allá del comedor, mi hermana y mi abuela cocinan galletas y ellas juntas podrían hacer explotar una olla vacía —le advirtió el rubio en un susurró. Casey rio, al parecer la familia de Niall era divertida.
Niall se aclaró la garganta cuando entraron a la sala de estar, Casey aún sujeta de su brazo. Los padres de Niall no dieron por alto aquel detalle y ocultaron las miradas insinuadoras para después.
— ¿Quién es ella? —Preguntó su padre
—Es Casey —le respondió su mujer, levantando ambas cejas. Casey rio bajito, escondiendo el rostro contra el hombro de Niall.
—Sí, es Casey… y bueno, tiene un problema ¿podemos hablar en el comedor? —sus padres asintieron, se levantaron y cruzaron el pasillo. Niall le hizo una seña a Casey para que se quedara en la sala de estar viendo televisión.
—Yo arreglo todo, no te preocupes —le susurró antes de perderse tras la puerta del comedor.
Una vez sola, Casey soltó el aire que había retenido. No era el mismo lugar, se tenía que convencer que las cosas habían cambiado. Las paredes eran blancas, no verdes. Los sillones eran cómodos y de un solo color, no con estampados antiguos. Había un ambiente hogareño, no esa sensación de estar en un lugar exclusivo para adultos. La casa de Liam nunca le gustó a Casey, aunque de todas formas pasó gran parte de su infancia jugando por los corredores y escondiéndose en el jardín, pero debía admitir que ahora la casa ya no daba tanto miedo. Una vez superado ese temor de entrar, las cosas ya no parecían tan terroríficas y su cabeza no la atormentaba tanto.
El programa terminó y un ruido distrajo a Casey. Miró a su lado y de la nada, una niña rubia la miraba con un plato de galletas en las manos.
— ¿Quieres una? —le ofreció la niña. Debía ser la hermana de Niall, era igual hasta en el más mínimo detalle. Casey se sintió incómoda, no había comido nada desde el almuerzo y eso fue como al medio día. El estómago le gruñía, pero no quería quedar mal comiéndose todas las galletas.
—Claro, ¿tú las hiciste? —tomó una del plato y le dio una mordida, eran de chocolates.
—Sí, mi abuela me ayudo. Las hice para Niall, pero su novia también puede comer —Casey escupió el bocado de galleta que tenía en la boca. ¿Qué cosas les había dicho Niall a sus padres acerca de ella como para que su hermana pensara que era su novia?
—Yo no soy su novia —le dijo una vez que recobró la compostura.
— ¿Entonces son amigos? —inquirió la pequeña. Esa era una pregunta difícil porque ella no sabía si después de unos días se podía considerar amiga de Niall.
—Creo que sí —le dijo. La niña no parecía muy convencida, dejó el plato de galletas en un costado del sofá, se sentó y le indicó a Casey que hiciera lo mismo.
— ¿Te gusta mi hermano? —esta vez no tenía nada que escupir, pero Casey se llevó la misma sorpresa que hace un momento.
— ¿Qué? Por supuesto que…—pero dejo la frase sin terminar. No podía responder esa pregunta, ni siquiera se la había planteado antes. ¿Le gustaba Niall o sólo le agradaba?
—Tengo que advertirte una cosa: él es mío, mi hermano y nadie me lo va a quitar. 
Casey comprendió a donde quería llegar la niña, al parecer Niall la mimaba demasiado.
—Lo tendré en cuenta —le respondió. La pequeña enarcó las cejas y esa expresión le quedaba graciosa. Sería divertido hacerla enojar un poco—. Pero no te prometo nada, tu hermano es persistente ¿sabías que esta mañana me invitó al baile?
La hermana de Niall infló las mejillas y se le tiñeron de rojo, la miró con una imitación de odio, ya que aún era demasiado pequeña como para sentir celos de verdad.
—Eso no es cierto, él jamás saldría con alguien como tú —golpe bajo. Casey ya lo sabía, pero que una niña se lo recordara era desalentador. 
—Yo no estaría tan segura, Niall es muy romántico ¿sabías? —eso enfadó de verdad a la niña. Enojada, se tiró encima de Casey y se puso a gritar. 
Para Casey eran como cosquillas, nunca se había divertido tanto a costa de alguien desde hace tiempo.
Los gritos provocaron que los padres de Niall y él llegaran corriendo a la sala de estar. La madre quitó a su hija de encima y le dijo en un susurro con tono de amenaza que subiera a su habitación.
—Bien, eso descarta la idea de que duerma con Mandy —dijo la mujer.
—Entonces que duerma en mi habitación, yo puedo quedarme en el sofá —sugirió Niall. Casey se había perdido de algo. Si hablaban de donde dormiría ¿significaba que le habían dejado pasar la noche en su casa?
— ¿Quién dormirá dónde? —inquirió con timidez.
— ¡Tú! —exclamó la madre de Niall.
—Entonces, ¿no tienen ningún problema con que me quede aquí? —preguntó, sorprendida.
—Para nada, si eres amiga de Niall siempre serás recibida —le respondió la mujer y le cerró un ojo. Casey miró a Niall, pero él estaba colorado y miraba por la ventana para pasar la vergüenza.
Diez minutos después, Casey subía las escaleras con Niall al frente. Casey se imaginaba en que habitación dormiría el rubio, pero esperaba que un milagro no confirmara sus sospechas.
Respiró aliviada cuando Niall abrió una puerta y le señaló que ese era su cuarto. Era donde antes dormía la hermana mayor de Liam, eso podía soportarlo.
El lugar estaba desordenado, muy desordenado. La cama no estaba hecha, había cuadernos desparramados sobre ella, ropa sucia por todo el suelo y unas cuantas revistas semicultas debajo de la cama.
— ¿No me digas que ves pornografía, Niall? —él se sonrojó y se apresuró en sacar las revistas de allí y ocultarlas detrás suyo.
—No pienses mal, sólo son revistas —le dijo él.
— ¿Y por qué las ocultas? —Niall vaciló un poco al responder, no tenía ni una excusa.
—No son tus asuntos —terminó por decirle. Sin embargo, Casey no se daría por vencida.
Dejó su bolso a un lado de la cama y examinó las cosas que había en el escritorio, Niall bajó la guardia y en cuanto él se distrajo, ella le quitó las revistas de las manos.
Miró la portada antes de que Niall pudiera quitárselas de nuevo y quedó petrificada.
— ¡Oh por Dios! —exclamó. 
— ¡No digas nada! —le dijo él.
— ¿Ese era Justin Bieber? —Niall estaba de todos los colores, no podía creer que haya dejado las revistas a la vista.
Esperó a que Casey terminara de reír, lo se llevó unos cuantos minutos.
—Si sigues, déjame decirte que puedes hacerlo en la calle —le amenazó. Ella se detuvo y se quedó quieta, reprimiendo la risa tras sus manos.
—Ya, no seas exagerado.
— ¡¿Exagerado?! Eres tú la que se ríe como loca —Casey endureció la mirada. No le gustaba que le dijeran así. La sonrisa se esfumó de su rostro y se sentó en la cama para que Niall no viera que se había enojado ante ese comentario.
—Ok, ya entendí. No me reiré —le dijo en un tono frío.
—Bien. Acomódate como quieras, yo estaré abajo si necesitas algo. La habitación de al lado es de mi abuela, te recomiendo que no pases por allí. La que está al frente es de mi hermana, será mejor que tampoco te pases por ahí —se detuvo un momento para pensar y continuó hablando—. Por cierto, ¿qué le dijiste para que se pusiera a gritar?
— ¿Qué le dijiste tú para que ella creyera que yo soy tu novia? —le espetó Casey.
Niall se mordió la lengua, era demasiado embarazoso para soportarlo.
—Nada.
—Bien, Señor Nada. Gracias por dejarme dormir aquí, supongo que es una suerte que me hayas hablado ese día en que no me dejabas pasar, de lo contrario estaría durmiendo en la calle en estos momentos —bajó la mirada, no le gustaba ver a las personas cuando sacaba su lado amable.
—En realidad, tú me hablaste primero, no yo —Casey levantó la mirada, con la expresión en blanco.
—Te doy las gracias ¿y tú me corriges? Así no conseguirás que vaya contigo al baile, Horan.
— ¿Estás considerando ir? —le preguntó esperanzado.
—Después de eso, no.
Niall comenzó a protestar que era injusto de su parte, Casey se hizo la sorda hasta que se aburrió y lo corrió a patadas con la excusa de que era muy tarde y que un sillón le esperaba para dormir allí abajo, cerrándole su propia puerta en las narices.
—No puedo creer que me trates así después de que te di alojamiento —exclamó dramáticamente Niall desde el pasillo. 
Escuchó el cerrojo y la puerta se abrió, Casey salió de prisa y le besó la mejilla, cerca de la comisura de sus labios. Acto seguido, entró de nuevo a la habitación y cerró la puerta.
Niall sonrió como un tonto y murmuró:
—Supongo que con eso me basta.
Espeor que les este gustando la novela, a mi me encantó :D

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